El arquitecto Dr. Cristián Berríos Flores, docente del departamento de Diseño y Teoría De La Arquitectura, presenta su columna titulada: Transporte público: dignidad y peatonalización para Concepción. Publicada en Diario El Sur el domingo 22 de junio.

Uno de los principales desafíos del Gran Concepción es avanzar hacia un sistema de transporte público que no solo sea eficiente, sino también digno. Hoy, más que su cobertura o frecuencia, el mayor problema es la falta de dignidad en el servicio. No se trata solo de mover personas, sino de definir cómo habitamos la ciudad y cómo se distribuyen las oportunidades en ella.

En una metrópolis diversa y en expansión, el trazado actual —fragmentado y altamente dependiente del automóvil— no responde a las necesidades reales de sus habitantes. En el caso de Concepción, el paso del transporte público por el centro fundacional interrumpe la continuidad peatonal, genera contaminación visual y acústica, y afecta la seguridad. Lo más grave es que no existe conciencia de que este trazado actúa como un límite del uso peatonal del centro, desplazando a las personas en favor del flujo motorizado.

Imagen autoría del arquitecto Simón Guzmán. Cedida por el Dr. Cristián Berríos Flores, docente del departamento de Diseño y Teoría De La Arquitectura.

Hemos olvidado que el centro histórico debería ser resguardado como el núcleo estructural de toda propuesta urbana. Recuperar su vocación caminable e integradora no es un gesto nostálgico, sino una estrategia para construir una ciudad más cohesionada.

Pensar en corredores de buses eléctricos o de alto estándar, con rutas claras y vehículos accesibles y de bajas emisiones, permitiría reducir tiempos de viaje y promover el transporte colectivo sobre el automóvil particular. Pero un buen sistema no solo depende del trazado: también requiere condiciones de viaje dignas para los usuarios.

Este desafío técnico es también una oportunidad urbana. Peatonalizar el centro no significa cerrar todas sus calles al tránsito vehicular, sino trasladar el trazado del transporte público —especialmente los buses— hacia el perímetro del centro, liberando calles como San Martín, O’Higgins, Freire y Maipú para un uso prioritario de peatones, ciclistas y vehículos de abastecimiento. Esto permitiría consolidar un circuito peatonal continuo entre las galerías, revitalizar el comercio local y proyectar un espacio público más activo, seguro y humano.

Ampliar la noción de centro urbano hasta ejes como Los Carrera y Chacabuco es también ampliar la vitalidad de la ciudad. Concepción tiene hoy la posibilidad de renovarse y avanzar hacia un anhelo legítimo: convertirse en la mejor ciudad de Chile, no por slogan, sino por la calidad de sus espacios, la dignidad de su transporte y la integración urbana que logre construir.