Compartimos columna del arquitecto Mg. Alexander Bustos, integrante de la Delegación Zonal de Concepción del Colegio de Arquitectos y egresado de la Escuela de Arquitectura de la Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño  titulada: ¿ Patrimonio o patrimonios? . Publicado en diario El Sur el domingo 26 de mayo. 

Nacido como Día “del” Patrimonio en 1999, este  año el Día de “los” Patrimonios cumple. sus bodas de: plata. Un cuarto des siglos en que, pasos al paso, se ha articulado un discurso que, pone en valor, aqueIlos bienes cotidianos que construyen nuestra identidad. Si antes la palabra “patrimonio” nos evocaba ornamentadas iglesias, solemnes edificios públicos, o las grandes mansiones de las clases altas, los “patrimonios” también nos remiten a un barrio formado al alero de una fábrica, a una plaza donde las comunidades se reúnen, 0 incluso a un plato Fanaloza, con sus característicos diseños. Los valores patrimoniales derivan del potencial identitario que posean los bienes culturales, de cómo esa materia tangible o intangible constituye un recurso para que las comunidades podamos expresar quienes somos.

Entonces, hablar de “patrimonios”, en plural, es un cambio sutil que reconoce el tránsito desde un ideal nacional, de un Estado centralista que subsume las particularidades en pro de un discurso unitario; hacia la identidad local de las comunidades, que desbordan la gestión gubernamental, reconocen sus particularidades, y las valoran. Todas las regiones que componen este país podrán tener ciertos elementos en común, pero en la zona norte se producen bienes culturales muy distintos a los del sur, y lo mismo sucede en la costa o en la cordillera, en el campo o en la ciudad. Llevado a nivel lo- cal, las comunas del área metropolitana de Concepción podrán tener similitudes, pero son bien marcadas las identidades textiles en Tomé, o carboníferas en Lota. La identidad chilena, la identidad sur,0 la identidad penquista, no son entonces bloques monolíticos, sino un coro de muchas voces, de variadas expresiones creativas, de capas de valor que se van traslapando en los territorios, enriqueciéndolo.

 

 

Amasandería “Mama Guille”,  Pan de Lota. Fotografía de Manuel Morales Requena, integrante de la Unidad de Comunicaciones de la Farcodi UBB

El trabajo de las comunidades en estas décadas ha detonado procesos de patrimonialización local que jamás los expertos habrían podido empujar, porque no siempre responden al consumo intelec tual de moda. LIevado al extremo en entornos académicos, muchas veces los bienes culturales devie nen mera escenografia; casos de estudio dignos de integrar circuitos teóricos internacionales, com- pletamente desvinculados de las personas que los produjeron. Paradójicamente, una de las conse cuencias de esto es la pérdida de bienes patrimoniales, porque una valoración que no involucre la voz de la gente no produce cambio. Sin embargo, la experticia es el eslabón necesario para transformar las aspiraciones de las comunidades en políticas públicas. La catalogación enciclopédica no es un fin en sí mismo, sino] insumo para la acción. Como arquitectos, tradicionalmente  nos ocupamos de la dimensión material del patrimonio. El conocimiento que nos permite actuar desde lo técnico, el saber cómo reparar un edificio en ruinas, se torna irrelevante- si no hay comunidad que valore la conservación de ese bien, que pueble de lo significados. Desde  esta área de lo conocimiento, vemos que transitar de la identidad nacional hacia las identidades locales requiere cambios en los marcos legales bajo los cuales operamos, desde nuestra vetusta Ley 17.288, de Monumentos Nacionales, hasta los Planes Reguladores Comunales. Ojalá cuando el Día de los Patrimonios celebre sus bodas de oro, la fuerza creativa que se despliega este fin de semana haya producido los cauces necesarios para potenciar los valores que surgen desde nuestros territorios, cauces para que la cultura sea motor de desarrollo.