El  Dr. Sergio Baeriswyl Rada, académico del Departamento de Planificación y Diseño Urbano nos presenta la columna titulada: Ética y ciudad. Publicada en Diario El Sur el domingo 15 de septiembre del presente año.

Es habitual que critiquemos la ciudad, en especial cuando observamos transformaciones que alteran nuestro entorno e irrumpen con obras de escaso valor arquitectónico o nulo aporte a la ciudad.  Debemos preguntarnos, cuánto de esto es responsabilidad de la planificación urbana y cuánto de los autores de esas obras. Ningún plan regulador por bueno que sea, podrá sustituir la responsabilidad ética de un arquitecto en el diseño de una obra, que aporte belleza a la ciudad y que asegure el bien común. La ética es, en pocas palabras, saber la diferencia entre lo que tienes derecho de hacer y lo que es correcto hacer. Esto último es lo más importante, es lo que deberíamos aprender en la familia, en el colegio, en la formación de las escuelas de arquitectura y luego en la vida profesional. Hasta el año 1981 los colegios profesionales en Chile tenían potestades del cuidado ético, pero su transformación en asociaciones gremiales los privó de la vigilancia del recto ejercicio del oficio. Es profundamente decepcionante que en Chile no exista un espacio para el cuidado y tutela de la ética, en especial cuando vemos por estos días el alarmante comportamiento de muchos profesionales en la vida pública.

Santuario Nuestra Señora de la Candelaria en San Pedro de la Paz. Fotografía cedida por el  Dr. Sergio Baeriswyl Rada.

 

En este contexto cobra especial valor destacar a los profesionales que ejercen silenciosa y éticamente su oficio aportando a la ciudad. Hace algunos días falleció el arquitecto Cristián Prado Calvo, profesional avecindado en la ciudad de Concepción. Este arquitecto fue autor de un extenso legado arquitectónico y urbanístico, que pasará a ser parte del patrimonio del Gran Concepción. Ejerció su oficio en silencio, rechazando cualquier reconocimiento público y siempre con un actuar profundamente ético y espiritual. Diseñó barrios enteros, innumerables casas y edificios de delicada y respetuosa factura; numerosos templos religiosos, íconos de sus comunidades y barrios, como el Santuario de Nuestra Señora de la Candelaria en San Pedro de la Paz. Pocos saben, que diseñó una de las primeras ciclovías en el Gran Concepción; que gestionó las esculturas de la destacada artista nacional Marcela Romagnoli en el Puente Llacolén; que impulsó la gran plantación de árboles en el centro de Concepción que hoy embellecen la avenida Chacabuco y la Diagonal Pedro Aguirre Cerda; y que, entre otras muchas cosas, colaboró sin retribución alguna, diseñando el modelo de viviendas resilientes, implementadas en la reconstrucción del borde costero del Biobío el año 2010.

Cristian Prado Calvo fue un creador inagotable, optimista e idealista, convencido que su actuar ético podría cambiar el mundo y mejorar la sociedad. La historia y obra de este notable arquitecto es una lección de generosidad y ética profesional, que ojalá nos inspire y llene de esperanza por una ciudad mejor.