Francisco Sabatini
Sociologo y Planificador Urbano
Miércoles 7 de noviembre 17:00hrs Paraninfo UBB
 
La política de vivienda social enfrenta enormes retos hoy en las ciudades de América Latina: su expulsión de las ciudades y de sus periurbanos, y la formación de guetos en las plantaciones de vivienda social producidas por el neoliberalismo. El resultado actual es el crecimiento de los campamentos, allegamiento y tugurios, además del problema que representan, por si mismos, los guetos. Importante papel juega la forma arquitectónica y espacial en esta tarea que tenemos por delante.
Para argumentar en favor de dicho rol abordaremos tres controversias teóricas subyacentes: (i) La relación entre desigualdades y segregación, es la primera. Arrojaremos dudas sobre la creencia de sentido común que hemos denominado “tesis del espejo”. Nos dirigiremos hacia la cuestión filosófica de la “otredad” y del “reconocimiento” con el fin de problematizar las relaciones entre los seres humanos, en general, y el lugar que ocupan las desigualdades en la vida social, en particular. Las dos vías al reconocimiento: diferenciarse e igualarse (Rousseau, Arendt). Las “desigualdades persistentes” (Tilly). Hegel y la lucha por el reconocimiento. Al final, la integración social resulta imposible abstrayéndose de las relaciones cara a cara.

(ii) La importancia de la operatoria de los mercados de suelo en el origen de la segregación socio-espacial o residencial. Aún con atomización de la propiedad del suelo y régimen liberal de gestión urbana, el desplazamiento territorial de los “malos pagadores” (segregación residencial) avanza inexorablemente en cada mercado local de suelo. La “autodestrucción de la diversidad” de Jane Jacobs. Los mercados de suelo, productores de segregación y de su opuesto, la gentrificación de fase uno. El capitalismo de las crisis financieras, las rentas del suelo y el “costo de oportunidad” de construir vivienda económica. Al final, la combinación entre mercados imperfectos (los de suelo) y ascenso del capitalismo instalas fuerzas segregadoras por doquier.

(iii) La sociedad no se refleja en el espacio; la sociedad es el espacio. Esta afirmación, de suyo controversial, contrasta con la abdicación de “lo espacial” que suelen hacer quienes han sido encargados de su cuidado: arquitectos y geógrafos. Raíces de esta apostasía intelectual. El argumento recurrente de Castells y seguidores: no hay que culpar a la ciudad de lo que, en rigor, sería culpa del capitalismo. El espacio es parte de los procesos y es contingente, dice Harvey, quien avanza otro paso al argumentar que las “diferencias espaciales”, lejos de desaparecer con la globalización, como muchos pregonan, están en el nervio de la reproducción y persistencia actual del capitalismo. La “vivienda inclusiva”, este enorme desafío de nuestras ciudades, es una tarea de tres dimensiones.

Esta noción tripartita de la “vivienda inlusiva” o inclusionary housing es “anidada”. Las primeras soportan y se subsumen en las segunda;: acceso a suelo no segregado, permanencia en la vivienda, y acceso a oportunidades de integración funcional y social. La forma física y la configuración espacial juegan un rol clave en la segunda y tercera dimensión de la vivienda inclusiva. Destacan dos elementos de la arquitectura: fachadas homogéneas y configuración espacial de los conjuntos. La gentrificación de fase uno y la potencial instalación del housing career, el ideal de todo urbanista (arraigo territorial, patrimonio, redes familiares, movilidad social).

Otro elemento; la dialéctica del muro entre intimidad y relación con los “otros”. El trade-off entre evitar los estigmas asociados a la micro-segregación y evitar el desplazamiento. Al final: cómo separar y unir al mismo tiempo. ¿Un mandato contradictorio o un escenario dialéctico en que la relación hace al todo? El desafío actual: necesidad de una arquitectura y un diseño activos en fabricar el housing career y capaces de resolver y acoger la tensión entre discriminación e integración que cruza la vida social.