Fotografía de Manuel Morales Requena, fotógrafo e integrante del Equipo de Comunicaciones de Farcodi UBB
La Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño UBB lamenta el sensible fallecimiento del Dr. Humberto Maturana Romecín (Q.E.P.D). Premio Nacional de Ciencias Naturales 1994 y autor del concepto de la autopoiesis

Humberto Maturana nació el 14 de septiembre de 1928 en Santiago, posteriormente cursó sus estudios secundarios en el Liceo Manuel de Salas. En 1950 ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y tras su egreso, desarrolló sus estudios de postgrado en la University College London, especializándose en anatomía y neurofisiología, gracias a una beca de la Fundación Rockefeller. En 1958 obtuvo el Doctorado en Biología de la Universidad Harvard, Estados Unidos. Entre 1958 y 1960 ejerció como investigador asociado en el Departamento de Ingeniería Eléctrica del Massachussets Institute of Technology.

A su regreso al país, se desempeñó como Profesor Titular del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, siendo la década del setenta su instancia clave, puesto que desarrolló junto a Francisco Varela el concepto de autopoiesis, detallada en su obra El árbol del conocimiento (1984). La teoría explica la organización de los sistemas vivos como redes cerradas de autoproducción de los componentes que las constituyen. Su teoría trascendió la Biología y se instaló en las Ciencias Sociales, siendo objeto de estudio hasta el presente.

En 1994 se le otorgó el Premio Nacional de Ciencias Naturales por su contribución en el área de las Ciencias Biológicas, sus investigaciones en el campo de la percepción visual en vertebrados, estudiando los temas de educación, ecología y comunicación.

Fuente texto ( Memoria Chilena- Universidad de Chile) 

 

Como homenaje póstumo, compartimos una de sus obras, el poema “Plegaria del Estudiante”

¿Por qué me impones lo que sabes si quiero yo aprender lo desconocido y ser fuente en mi propio descubrimiento? 

El mundo de tu verdad es mi tragedia; tu sabiduría, mi negación; tu conquista, mi ausencia; tu hacer, mi destrucción. 

No es la bomba lo que me mata; el fusil hiere, mutila y acaba, el gas envenena, aniquila y suprime, pero la verdad seca mi boca, apaga mi pensamiento y niega mi poesía, me hace antes de ser. 

No quiero la verdad, dame lo desconocido. Déjame negarte al hacer mi mundo para que yo pueda también ser mi propia negación y a mi vez ser negado. 

¿Cómo estar en lo nuevo sin abandonar lo presente? 

No me instruyas, déjame vivir viviendo junto a mí; que mi riqueza comience donde tu acabas, que tu muerte sea mi nacimiento. 

Me dices que lo desconocido no se puede enseñar, yo digo que tampoco se enseña lo conocido y que cada hombre hace el mundo al vivir. 

Dime, que yo tejeré sobre tu historia; muéstrate para que yo pueda pararme sobre tus hombros. 

Revélate para que desde ti pueda yo ser y hacer lo distinto; yo tomaré de ti lo superfluo, no la verdad que mata y congela; yo tomaré tu ignorancia para construir mi inocencia. 

¿No te das cuenta de que has querido combatir la guerra con la paz, y la paz es la afirmación de la guerra? 

¿No te das cuenta de que has querido combatir la injusticia con la justicia, y que la justicia es la afirmación de la miseria? 

¿No te das cuenta de que has querido combatir la ignorancia con la instrucción y que la instrucción es la afirmación de la ignorancia porque destruye la creatividad? 

 Tu conocimiento nos muestra el mundo o lo niega, porque es la historia de tus actos, o lo negará porque despertando tu imaginación te llevará a cambiarlo. 

Deja que lo nuevo sea lo nuevo y que el tránsito sea la negación del presente; deja que lo conocido sea mi liberación, no mi esclavitud. 

No es poco lo que te pido. 

Tú has creído que todo ser humano puede pensar, que todo ser humano puede sentir. 

Tú has creído que todo ser humano puede amar y crear. 

Comprendo pues tu temor cuando te pido que vivas de acuerdo a tu sabiduría y que tú respetes tus creencias; ya no podrás predecir la conducta de tu vecino, tendrás que mirarlo; ya no sabrás lo que él te dice escuchándote, tendrás que dejar poesía en sus palabras. 

El error será nuevamente posible en el despertar de la creatividad, y el otro tendrá presencia. 

Tú, yo y él tendremos que hacer el mundo. 

La verdad perderá su imperio para que el ser humano tenga el suyo. 

No me instruyas, vive junto a mí; tu fracaso es que yo sea idéntico a ti. 

 

Humberto Maturana – El Sentido de lo Humano