Las ventanas son esenciales en la arquitectura, pero existe poca conciencia acerca de la diversidad de funciones que cumplen, y de su incidencia sobre la salud y bienestar de las personas. Las vistas al exterior es una de las cualidades menos estudiadas, ya que se da por sentado que toda edificación permite vistas al exterior. Sin embargo, existen muchas edificaciones sin ventanas, principalmente edificios semi-industriales, donde la integración posterior de ventanas ha demostrado mejoras significativas en el bienestar de los trabajadores y en su productividad.
La presencia de una ventana no implica que exista una vista de calidad. La vista va a depender de la posición y tamaño de la ventana en relación a la perspectiva exterior, como también del paisaje exterior. Los paisajes naturales (vegetación, cielo, nubes, agua) promueven la biofilia y mejoran el bienestar psicológico. Hace algunos años se pensaba que las ventanas en aulas escolares generaban distracción en los niños, pero hoy se considera que las vistas al exterior permiten instancias de divagación necesarias para el aprendizaje, como también descanso de la visión al contrastar vistas cercanas con vistas lejanas.
Las características técnicas de las ventanas son también muy importantes, ya que éstas deben permitir la entrada de luz natural y al mismo tiempo controlar el exceso de radiación solar. Deben ser capaces de minimizar las pérdidas de calor, aislar del ruido exterior y permitir la ventilación natural. Las ventanas son los elementos más interesantes de la envolvente de la edificación. Su evolución refleja tanto el progreso tecnológico, como los cambios en las tendencias arquitectónicas y las necesidades de los ocupantes.
Las primeras ventanas eran pequeñas aberturas que se cubrían con pieles de animales o conchas marinas traslúcidas, permitiendo solo la entrada de luz natural; sin vistas ni protección contra el frío. Durante el Renacimiento, las ventanas comenzaron a adquirir un papel más relevante, con ventanales más grandes y ornamentados que no solo permitían la entrada de luz, sino que también aportan el estilo arquitectónico. Con la Revolución Industrial, se masificó la producción de ventanas de vidrio, mejorando las capacidades de ventilación. En el siglo XX, se produjeron avances significativos con el desarrollo de materiales y tecnologías más avanzadas. Se diversificaron los materiales para fabricar marcos y se desarrolló el doble vidriado hermético que permitió la eficiencia energética y la creación de ventanas de mayor dimensión.
El componente más importante de las ventanas es el acristalamiento. Actualmente existe una amplia variedad de vidrios cuyas fichas técnicas detallan con claridad sus desempeños térmicos, acústicos y lumínicos. Más allá de la clásica distinción entre vidrio simple y doble vidriado hermético, se pueden incorporar tratamientos adicionales al vidrio para el control solar y la baja emisividad de la cámara de aire, que mejoran su rendimiento térmico. Las ventanas pueden estar compuestas de varias “capas” interiores y exteriores que permitan adaptarse a las distintas situaciones climáticas. Son los principales elementos de diseño bioclimático; aquellos que permiten dinamizar la relación entre el interior y el exterior. En invierno, el acristalamiento permite el ingreso de luz solar para generar aportes de calor, mientras que capas tipo postigos aislantes permiten aislar del frío nocturno, controlando las pérdidas. En verano, capas de celosías permiten, ya sea controlar el exceso de radiación solar, o bien, reemplazar el acristalamiento para permitir la ventilación natural.
Desde mi ventana veo un futuro con ventanas inteligentes y dinámicas que se adapten a las variaciones climáticas; con acristalamientos de alta tecnología que generen energía eléctrica. Desde mi ventana veo los plátanos orientales perdiendo las hojas, como cada otoño.