El Plan Regulador de Concepción de 1960-1980 (PRC 1960), elaborado por los arquitectos Emilio Duhart Harosteguy y Roberto Goycoolea Infante, representa un hito significativo en la historia de la planificación urbana en América Latina. Este período, marcado por un contexto socioeconómico dinámico y un afán de modernización, se inscribe en una época en la que las ciudades latinoamericanas eran concebidas como constructos de la imaginación social, tal como apunta Adrián Gorelik en su obra “La ciudad latinoamericana”. Para el autor, entre las décadas de 1940 y 1970, la ciudad se entrelazó con ideales de desarrollo y modernización, produciendo no solo espacios físicos, sino también nociones sobre el pasado y las proyecciones del futuro en la región.El PRC 1960 emerge en este marco histórico cargado de expectativas sobre el papel del Estado en la planificación urbana. Desde sus inicios, el plan buscó ser un vehículo para canalizar los avances sociales y económicos del proyecto de desarrollismo que permeaba en la política chilena de la época. Los arquitectos Duhart y Goycoolea no solo se limitaron a proponer un ordenamiento territorial; su intención fue crear un “proyecto de ciudad” que representara las aspiraciones de una sociedad en transformación, en la que la modernización del entorno urbano se entendía como un fundamental soporte del desarrollo humano.
La planificación urbana, en este contexto, se convirtió en un campo de batalla donde se debatían las formas de intervención estatal y la implicancia de las teorías contemporáneas sobre la urbanización. Duhart, en particular, realizó una síntesis entre las ideas innovadoras del urbanismo moderno y las necesidades específicas de la ciudad de Concepción. El PRC 1960, por tanto, no es solo un compendio de normativas y diseños; es, en esencia, un manifiesto de cómo la planificación urbana puede articularse con procesos de cambio social cultural y político económico.
Imagen cedida por el Dr. Dr. Cristián Berríos Flores.
Es relevante señalar que el PRC 1960 no debe ser considerado como un modelo de “ciudad real”, sino más bien como un artefacto que busca captar y organizar las representaciones contemporáneas sobre el espacio urbano. Este enfoque permite entender cómo la planificación se posiciona como una herramienta de legitimación social, donde lo urbano se entrelaza con la identidad, la historia y las aspiraciones colectivas de la población.
Finalmente, el legado del PRC 1960 es un testimonio del potencial transformador de la planificación urbana en el contexto chileno. A través de este plan, Duhart y Goycoolea contribuyeron a forjar una visión de modernidad que conjugó las dinámicas del desarrollo nacional con los ideales de una mejor calidad de vida. Así, el PRC 1960 se constituye no solo como un documento técnico, sino como una reflexión profunda sobre el papel que puede desempeñar la arquitectura y la planificación en la construcción de sociedades más equitativas y sostenibles.