La arquitecta Dra. Maureen Trebilcock Kelly, directora del programa Doctorado en Arquitectura y Urbanismo (DAU) y académica del Departamento de Diseño y Teoría de la Arquitectura, nos presenta la columna titulada: Del paradigma sustentable al regenerativo: desafíos para el diseño arquitectónico y urbano. Publicada en la Revista Negocio y Construcción

Durante los últimos años, Chile ha avanzado sustancialmente en materia de construcción  sustentable, tanto en el ámbito de las políticas públicas como en las normativas, los sistemas de  certificación y el desarrollo de nuevos proyectos. Destacan iniciativas consolidadas como la  Calificación Energética de Vivienda (CEV), la Certificación Edificio Sustentable (CES) y la actualización  de la Reglamentación Térmica de la OGUC. Más recientemente, la Estrategia de Economía Circular  en la Construcción y el compromiso de elaborar una Estrategia de Construcción en Madera al año  2028 complementan este camino.Desde comienzos del siglo XXI, la lógica dominante de la construcción sustentable ha sido minimizar  los impactos ambientales, orientándose a controlar la contaminación y mitigar los efectos del  cambio climático. Su principal pilar ha sido la eficiencia en el uso de recursos energéticos y  materiales. Sin embargo, la magnitud de la crisis climática actual exige ir más allá de la lógica del  “menor impacto posible”. Ya no basta con reducir los daños: es tiempo de sanar.

El paradigma del diseño regenerativo propone una mirada renovada. No se centra solo en la  eficiencia, sino en la capacidad de los proyectos arquitectónicos y urbanos para restaurar y  regenerar los ecosistemas. En lugar de aspirar simplemente a contaminar menos, busca aportar positivamente al entorno.

Este enfoque parte del diagnóstico del territorio local para diseñar soluciones que imiten los  procesos naturales. Los principios de biofilia, economía circular y permacultura urbana encuentran  aquí un terreno fértil. Así, un proyecto regenerativo no solo busca consumir menos agua, sino  devolverla limpia al ecosistema; no solo disminuir residuos, sino transformarlos en recursos; no solo  reducir la huella de carbono, sino capturar carbono mediante vegetación y materiales vivos. 

En esta  línea, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) ha impulsado recientemente el Catálogo de  Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN), que reúne acciones destinadas a proteger y restaurar  ecosistemas naturales o modificados. Comienzan también a surgir experiencias en esta dirección, como el proyecto Panal, de AYMA  Arquitectura y Medio Ambiente, en Peñalolén, que integra vivienda, trabajo y naturaleza. Levantado  sobre un terreno degradado, destina cerca del 90 % de su superficie a áreas verdes y jardines  nativos, incorpora un humedal artificial para reutilizar aguas grises y emplea materiales naturales y  reciclados que reducen su huella de carbono. También el proyecto Las Salinas, en Viña del Mar,  busca transformar un antiguo terreno industrial contaminado en un nuevo barrio sostenible. 

Mediante un proceso de biorremediación del suelo, pretende recuperar el ecosistema y crear un  entorno mixto con viviendas, áreas verdes y espacios públicos, priorizando la restauración ecológica.Estos ejemplos muestran que los proyectos regenerativos abarcan escalas mayores que la del  edificio como objeto, articulando las dimensiones arquitectónica y urbana para generar barrios o  complejos que logren los impactos positivos esperados. Esto requiere interdisciplinariedad y  participación activa, de manera que arquitectos, ingenieros, ecólogos, paisajistas y comunidades codiseñen los proyectos desde una comprensión sistémica del lugar. También demanda medir los  impactos más allá de la eficiencia, incorporando indicadores de biodiversidad, salud y bienestar  psicológico, y explorar soluciones que trasciendan los materiales de construcción tradicionales.

Uno de los lineamientos más potentes del diseño regenerativo es la remediación de terrenos  degradados por la actividad industrial. Sería inspirador que industrias emblemáticas, como la  recientemente cerrada siderúrgica Huachipato, pudieran dar paso a proyectos urbanos capaces de  regenerar suelos y biodiversidad en entornos naturales privilegiados.

Aunque esta industria pesada plantea desafíos mayores de remediación que otros sectores de  menor complejidad, resultaría ejemplar que Huachipato —como complejo siderúrgico histórico del  Biobío— se transformara en un laboratorio vivo de transición ecológica, integrando economía  circular, energías renovables, captura de carbono y rehabilitación de paisajes industriales.

El borde  costero de Talcahuano y sus áreas aledañas ofrecen un enorme potencial para reconvertir suelos  degradados y reconectarlos con los ecosistemas costeros y humedales. Un proyecto regenerativo  en esta zona podría restaurar biodiversidad, crear infraestructura verde y ofrecer espacios públicos productivos.