Los gremios tienen por objetivo el desarrollo de los diversos oficios y profesiones, agrupando a sociedades o corporaciones de personas activas en la práctica, a los que generalmente se les atribuye también funciones de ordenación disciplinar de aquellas. Es el caso del Colegio de Arquitectos de Chile, que existe desde el 4 de agosto de 1942 cuando se promulga la Ley 7.211, con la firma del presidente Juan Antonio Ríos. En ese entonces, la pertenencia al colegio fue requisito para ejercer la profesión, pues fijaba y regulaba las normas éticas y contractuales para la práctica profesional, incluyendo los aranceles, además de constituirse en un lugar de información y discusión, tanto en los salones de sus sedes como a través de los boletines y la revista de arquitectura que aparecía periódicamente, que les permitía a los arquitectos tener una voz autorizada frente a los problemas contingentes de la ciudadanía.
Parte de la historia comienza a fines de la alta edad media cuando aprendices arquitectos y constructores, migrando por centro-Europa erigiendo inicialmente casas para la nueva burguesía, comienzan a edificar obras mayores como las catedrales y las van transformando en talleres para la transmisión, de maestro a discípulo, de los diversos oficios y conocimientos del arte de construir. A su alrededor fueron surgiendo muchas importantes ciudades capitales que se conservan hasta hoy. Frente a comunidades identitarias segregativas de la época -por nación, religión, filosofía o etnia-, los gremios irían promoviendo una inclusión más cercana al concepto de comunidad heterogénea, con un desarrollo mutuo en base a la diversidad y la diferencia.
Aunque desde el golpe militar en Chile los colegios profesionales se quedaron sin las atribuciones legales ni las prerrogativas de sus inicios, nos preguntamos ¿cómo el Colegio de Arquitectos puede estar más presente, para sus asociados y para la profesión en general, y a la altura que lo que la ciudadanía reclama? Sabemos que la tarea es difícil, el número de colegiados disminuye con el tiempo. ¿Cuál es el rol del colegio en la actualidad?, ¿para qué sirve estar colegiados?
Desde el inicio, la transparencia en la gestión es una demanda encarecida por parte de los asociados. Por ello se hace necesario disponer de una plataforma de apoyo y desarrollo mediante la utilización de nuevos medios de comunicación, para mantener al gremio informado y conectado con la ciudadanía. También se requiere fortalecer su rol social, a través de la recuperación y actualización del Servicio de Asistencia Técnica (SAT) y del trabajo de los diversos comités, que permitan tener una opinión colegiada y dialogante que ayude a abordar y resolver temáticas ambientales, patrimoniales, docentes, habitacionales y urbanas en conjunto con otras organizaciones ciudadanas y gubernamentales. Así también, ofrecer a sus asociados diversas oportunidades de desarrollo profesional con el acceso a convenios con instituciones para capacitación y perfeccionamiento que les permita actualizar los conocimientos y adecuarlos a los requerimientos de los nuevos tiempos.
Considerando los cada vez más diversos y diferentes modos de practicar la profesión, y entendiendo la arquitectura como una movilización social en la que están involucrados muchas personas y diversos saberes, arquitectas y arquitectos son hoy, más que expertos, hábiles actores en la cogestión de procesos productivos vinculados al proyecto y a la construcción de nuevos entornos ciudadanos. Como gremio, tiene sentido hoy volver al origen e ir promoviendo -y proyectando-, una inclusión más compatible con el concepto de una comunidad ciudadana diversa y el desarrollo mutuo.