Lo nuevo que pude ver
El confinamiento me enfrentó con el tiempo y el espacio, donde todo transcurría lento y sobraban segundos en mi reloj, del espacio ni hablar, todo era cotidiano, ya no había nada en que detenerse y el estado de letargo se apoderaba de mí con facilidad. Un día me levanté y aburrido desenvainé mi preciado artilugio, mi mejor herramienta, aquella que solo usaba al exterior y me dispuse a combatir el tiempo cazando fragmentos de él. De un momento a otro las cosas empezaron a transcurrir con velocidad y mi hogar se hacía extenso, lleno de personajes, rincones, descubrimientos y comprensiones de mi propio actuar, sorprendiéndome y divirtiéndome con todo lo nuevo que pude ver. Ya han pasado ocho meses desde que todo comenzó, y sin duda este lapso me está permitiendo reconocer el entorno que me rodea y mi propio ser, uno mucho más consciente que aquella persona que solamente se vino a proteger.