Edificio del Centro de Investigación de la Universidad del Bío-Bío. Imagen del Dr. Hernán Barría Chateau
El arquitecto Hernán Barría Chateau,  Director del programa Magíster Latinoamericano en Arquitectura y académico del Departamento de Diseño y Teoría de la Arquitectura de nuestra facultad, presenta en su columna sobre  la oficina de arquitectura penquista Pezo von Ellrichshausen. Columna publicada en diario El Sur el domingo 09 de mayo. 

Poco se habla en Concepción de la oficina de arquitectura penquista Pezo von Ellrichshausen, cuya obra no solo ha traspasado las fronteras geográficas sino también entre el arte y la arquitectura. Se trata de un corpus que ha llegado a exhibirse alcanzando máxima en instituciones tan relevantes como el Royal Academy of Arts de Londres (2014) y la Bienal de Venecia (2016). Además de publicaciones en las más prestigiosas revistas de la disciplina como 2G (Barcelona) y AV (Madrid) que han dedicado números completos a su obra.

Sin ir más lejos, la Casa 100 (2011) en el sector de Lo Pequen es parte de la muestra permanente del MoMA de Nueva York; y la icónica Casa Poli en Coliumo (2005) se ha transformado en lugar de peregrinación de cientos de estudiantes de arquitectura de todo el mundo. Por esta obra, Pezo von Ellrichshausen recibió en 2014 el Mies Crown Hall Americas Prize Emerge del Illinois Institute of Technology (Chicago), distinción que ilustra la excelencia disciplinar de arquitectos y arquitectas de todo el continente americano, por el cual incluso el prestigiosos crítico de arquitectura estadounidense Kenneth Frampton visitó esta obra.

Sin embargo, la mayor parte de su obra es privada, por lo que es difícil visitarla, lo que releva su más reciente proyecto en Concepción: el Centro de Innovación de la Universidad del Bío-Bío (2021) o simplemente denominado INES. No sólo porque este edificio, financiado por el FNDR, está llamado a contribuir al desarrollo económico, social y cultural de la región, sino también porque sería su primer edificio de carácter público en Chile.

La propuesta, un volumen cúbico de cinco plantas -más subsuelo y terraza- construido en hormigón visto con tinte rojo grana y losas proyectadas en sus cuatro fachadas, presenta en su interior una estructura espacial cónica que atraviesa todas las plantas del edificio, logrando una fluidez que rompe la concepción clásica y jerárquica de los ámbitos universitarios. Su intención es promover el trabajo horizontal de profesores, estudiantes, investigadores; y abierto al encuentro con el sector privado, el sector público y todas las comunidades locales de la región y el país.

Pero también, un edificio cuya abstracción y obsesión geométrica no hace más que evidenciar la búsqueda obstinada, de estos arquitectos, por aquella reciprocidad entre arte y arquitectura, cuestión que ha definido intencionadamente toda su trayectoria profesional. Fernández Galeano (2014), editor de la revista AV, define esta búsqueda como “una dolencia lírica” que persigue la construcción de una especie de espacio “de exactitud abstracta” que pueda enfrentar los vaivenes del mundo y que, parabién, en esta oportunidad acoge un lugar para la creatividad, la innovación y el encuentro multidisciplinar de toda una comunidad y una ciudad.

Si bien, Pezo von Ellrichshausen (2017) ha declarado que no creen que “la arquitectura deba resolver problemas, o no exclusivamente” explicando que la propia arquitectura “es un problema en si mismo, un problema complejo”, parece que el edificio INES, en el contexto de la pandemia Covid-19, es una obra anticipatoria en términos de que hoy pareciese que la arquitectura debiera ser más aireada y flexible, pero también y sustancialmente, un edificio que emocione y acoja lo inconmensurable, lo que para el arquitecto Louis Kahn (1961) es el territorio del arte.


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