Teatro de Concepción. Imagen desarrollada por el Dr. Hernán Barría Chateau
El arquitecto Dr.  Hernán Barría Chateau,  Director del programa Magíster Latinoamericano en Arquitectura y académico del Departamento de Diseño y Teoría de la Arquitectura de nuestra facultad, presenta en su columna un perfil sobre el aporte del arquitecto Juan Eduardo Fehrman Zúñiga en el patrimonio local. Columna publicada en diario El Sur el domingo 21 de marzo.

Juan Eduardo Fehrman Zúñiga (1845-1902) nació en Valparaíso, en el seno de una familia chileno-alemana en 1845. Estudió arquitectura e ingeniería en la Universidad de Hannover, regresando a Chile en 1868 e iniciar una prominente carrera como arquitecto. Entre sus obras más destacadas están la Iglesia de los Sagrados Corazones (1870) y el desaparecido Teatro Victoria (1883-1906) en Valparaíso; así también, El Palacio Edwards (1899) en Santiago, actual Academia Diplomática Andrés Bello.

En Concepción, si bien la huella de Fehrman ha desaparecido, sus obras conforman un imaginario ecléctico que configura el pujante contexto socio-cultural del primer cuarto del siglo XX de la capital penquista y que está latente hasta hoy en la memoria colectiva de muchos de sus habitantes, los que probablemente desconocen de su autoría, pero que bien recuerdan edificios como la Casa comercial Gleisner (ca. 1890-1839) en Barros Arana esquina Lincoyán; El Palacio Cousiño-Goyenechea en el Parque Lota (1885-1964), atribuido en conjunto con el arquitecto francés Abel Guérinau; o El Castillo Sofita (1895-1939) en el barrio de Aguas de las Niñas, hoy Avenida Pedro de Valdivia. 

Más aún, si hay un edificio fundacional de la identidad de Concepción y sus habitantes es el Teatro Concepción (1885-1976), la obra más importante de este arquitecto en la ciudad. De estilo neoclásico y sobriedad ornamental, su fachada principal plantea un orden y sencillez en la que predomina una disposición rigurosamente simétrica de los elementos arquitectónicos, destacando el uso de pilastras corintias y balaustradas en el segundo nivel.  Podríamos decir que, a diferencia del Teatro Victoria en Valparaíso, de estilo más afrancesado, que evoca a la Ópera de Garnier en París (1875), el Teatro Concepción está más cercano a la austeridad de la Ópera de Hannover (1852), evidenciando un “clasicismo romántico” más propio de Alemania o de la arquitectura de Karl Friedrich Schinkel, espíritu que probablemente Fehrman cultivó y admiró en su formación como arquitecto en Baja Sajonia. 

El Teatro Concepción no solo es un ejemplo de un estilo o época en Chile, y esta columna de opinión no pretende ser sentimental al respecto, sino traer a la palestra el compromiso de la arquitectura con su tiempo y en particular con la identidad inmanente de una ciudad. 

Hoy la obra de Fehrman es parte de un constructo de muchos otros edificios desaparecidos en Concepción, ya sea por catástrofes naturales o nuestra propia ignorancia. En lugar de ellos, en las últimas décadas, hemos tendido a construir una ciudad desechable, mercantilizada, por lo que, de volver a encontrarnos en Barros Arana esquina Orompello, donde actualmente está el Mall del Centro, intentemos imaginar el Teatro Concepción, el ancho de su acera, su arcada de ingreso, el murmullo de los asistentes y quizás logremos oír los acordes de “La muerte del cisne” interpretada por el Ballet Imperial Ruso y su primera bailarina Anna Pávlova, una vez, en 1918.


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