El arquitecto Hernán Barría Chateau, académico del Departamento de Diseño y Teoría de la Arquitectura de nuestra facultad y Director de Extensión, Universidad del Bío-Bío. nos presenta su columna titulada: Pequeñas singularidades. Publicada en diario El Sur el domingo 7 de enero de 2024.

Desde sus inicios la oficina compuesta por Ricardo Azócar y Carolina Catrón (Azocar Catrón 2016) no se ha cansado de recibir distinciones por su obra y trabajo; alcanzando un amplio reconocimiento de sus pares a nivel nacional e internacional, ejemplificando una arquitectura de pequeña escala y singular, con un profundo sentido de pertenencia y capaz de transformar el habitar de la comunidad donde se inserta.

Su Trabajo ha sido expuesto en distintas bienales tanto en Chile como en el extranjero, siendo en la actualidad una de las oficinas emergentes de mayor proyección en el país. Más allá de este notable merito, tres pequeños proyectos son interesantes de mencionar: el primero, Dos miradores y un sendero en el humedal Boca Maule (5m2, 2017). Propuesta que logra una simbiosis entre arquitectura y paisaje: entre el recorrido horizontal del humedal y la verticalidad de dos atalayas de madera que tensionan el lugar. Iniciativa que conjuga la valoración de la historia minera y arquitectónica de Maule, la participación de la comunidad y la conservación del ecosistema del humedal.

El segundo, Banca Infinita (20m2, 2019) en el Parque Botánico Alejandro Merino en el Liceo Enrique Molina de Concepción. Intervención que reconoce y revaloriza un espacio significativo para la comunidad educacional y la ciudad mediante una banca circular de 14 metros de diámetro, de madera y de color rojo. Sintetizando un lugar de encuentro por antonomasia y que parece haber estado siempre en este jardín escolar.

El tercero, Mirador Confluencia (7m2, 2022), en la Región de Ñuble. Una torre oblonga de 4 metros de altura, de tono azulado, que coloca en valor el Monumento Nacional Puente Confluencia (521 metros, 1907), el más largo de Latinoamérica, hoy peatonal. Esta iniciativa impulsada por la comunidad, no solo pone en valor este hito arquitectónico, sino que también reconoce este lugar como un sitio de memoria y de violación de DDHH, logrando el proyecto mediar entre un memorial y equipamiento vecinal.

Tres obras que logran sintetizar economía de recursos y austeridad material, pertinencia social y contemporaneidad. Ejemplificando que la arquitectura no tiene que ver solo con riqueza o metros cuadrados sino en el interés genuino de estos jóvenes arquitectos en que el valor de la arquitectura está en su rol social y cultural, en la experiencia espacial y en la construcción de memoria.

Para el arquitecto holandés Aldo van Eyck (1918-1999), el espacio representa el lugar y el tiempo constituye la ocasión, abogando por un retorno al humanismo en la práctica de la arquitectura. Premisa que parece sintetizar el trabajo de Azocar Catrón, el que valora la creación de pequeños edificios singulares que fomentan la construcción de comunidad, promoviendo la relación entre las personas y sus territorios.

A veces la arquitectura es sorprendentemente simple. Tan simple que con el mínimo se puede construir lugar, comunidad y pertenencia.