El reciente fallo de la Corte Suprema que deja sin efecto la aprobación de la 11ª Modificación del Plan Regulador Metropolitano de Concepción pone de manifiesto otro fracaso colectivo en la preservación de nuestro territorio y nuestro medioambiente.
Efectivamente, la administración pública ha fallado en desarrollar un plan desde la gobernanza y el consenso que considere, además de la consulta indígena, a otras voces que alertaban de la falta de consideración de riesgos, la poca atención a las zonas periurbanas y la consolidación de una superficie desproporcionada de Áreas de Extensión Urbana, entre otros problemas. Esta modificación se ha construido pensando en una expansión urbana que utiliza el valioso suelo alrededor de las ciudades con una prodigalidad inexplicable desde su uso eficiente, sin considerar adecuadamente las proyecciones de crecimiento poblacional previstas para los próximos años, ocupando espacios de gran valor ecológico y soslayando evidentes riesgos naturales y antrópicos.
Si bien la modificación no alcanzaba los niveles deseados de protección sobre las áreas naturales y rurales que muchos deseaban, también es cierto que avanzaba sobre un plan anticuado que, a falta de algo mejor, continuará vigente durante un buen tiempo hasta que se construya una alternativa. Este fallo deja en una situación muy precaria el territorio rural y periurbano en torno al Área Metropolitana de Concepción y, particularmente, al Parque Nacional Nonguén, acosado por la progresiva edificación en su entorno que amenaza con aislarlo definitivamente.
El tiempo que resta hasta que se logre un nuevo Plan plantea grandes incertidumbres: ¿continuarán las subdivisiones prediales en áreas rurales? ¿Se mantendrá la expansión de primeras y segundas residencias en estos sectores? ¿Podrán mantenerse los precarios corredores que conectan el Parque Nacional con otras zonas naturales y frenar los proyectos inmobiliarios, de infraestructura viaria y energética que lo amenazan? En definitiva ¿sabremos ver que nuestro futuro está en que la naturaleza se incorpore a la ciudad en lugar de pretender que la ciudad ocupe los espacios naturales?
El desarrollo urbano actual no puede construirse sin una mirada integral que sume al bienestar social y económico otras variables vinculadas a la protección y restauración del medioambiente. Entender el territorio como paisaje aporta una mirada abierta que incluye su memoria y trasciende el sesgo utilitarista que lo concibe únicamente como recurso de valor económico. Va siendo hora de preguntarse qué podemos aportar al paisaje, porque ya tenemos muy claro lo que él nos ofrece: todo.
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