Hagamos un ejercicio musical, difícil extrapolarse más aún cuando la “música urbana” se ha tomado los diversos escenarios, incluso los públicos ya que es en la calle cuando a lo lejos se escucha el inconfundible ritmo del reggaetón. Pero salgamos de ese forzoso escenario, y adentrémonos en la obra cumbre de Antonio Vivaldi, me refiero a “Las cuatro estaciones”, un concierto para violín y orquesta (La primavera, El verano, El otoño y El invierno) del compositor italiano Antonio Vivaldi, incluido en Il cimento dell’armonia e dell’inventione, Op. 8. Les aseguro que al minuto de escuchar es casi imposible no conectarlas con las estaciones del año, de las cuales en nuestro país somos privilegiadas y privilegiados en poder vivirlas tan marcadamente. Luego de escuchar los poco más de cuarenta minutos de duración, podemos conectar con un texto fundamental que viene a inaugurar la nueva vanguardia artística del inicio del siglo XX, recordemos que con el nacimiento y masificación de la fotografía, los artistas visuales y los pintores fundamentalmente, comenzaron a preguntarse sobre su rol, ya que la imagen fotográfica aparentemente representaba de mejor manera la realidad, o esa interpretación mental denominada “imitari” por el filósofo Platón.
Este texto fundacional en cuanto a crítica, lleva por título “De lo espiritual en el arte” se transforma en un libro clave para comprender el arte justo en el inicio del Siglo XX. Escrito en 1910 y editado en 1911, Kandinsky nos señala la riqueza de lo abstracto, colocando como ejemplo a la libertad que tiene la música de representar lo figurativo a través de los propios acordes que hacen evocar sensaciones tan concretas como, por ejemplo, las representaciones del lluvioso invierno, o el cálido sol de verano, que realizó Antonio Vivaldi. Kandinsky asevera que, de esa misma manera en la pintura la figuración no es necesaria, sólo el color y la composición deben interpelarnos, esta interpelación siempre está construida con base en los discursos a “contrapelo” o cuestionando la hegemonía tal como lo propuso un par de décadas después el académico de la Bauhaus y artista suizo Paul Klee, en una conferencia titulada “sobre el arte moderno”. Vasili Kandinsky en poco más de 100 páginas desarrolla dos temáticas principales, la primera denominada “generalidades” donde cobija la espiritualidad y el devenir estético del arte. Y en la segunda temática desarrolla la idea de la “pintura”, donde el color y la composición son sus ejes fundamentales.
Es preciso que se haga alusión al momento cuando fue escrito este libro, la fotografía ya estaba instalada en el seno de la vida social, en tanto en el cine, en 1914 hace su debut en la pantalla grande la figura consular del séptimo arte del siglo XX, Charles Chaplin. Kandinsky ve en la aceptación masiva de estos medios, como una sobrevaloración de lo figurativo, por lo que nos brinda sus impresiones a modo de ensayo que, al día de hoy, lo han convertido en un clásico del arte. El siglo XX es particularmente interesante respecto a las propuestas y vanguardias artísticas que se desarrollan fundamentalmente a raíz de los hechos históricos que performan aquel siglo. La música es un referente transversal en aquellas vanguardias incluso, Kandinsky toma la siguiente frase de Shakespeare para ilustrar el capítulo del lenguaje de las formas y los colores: “El hombre que no tiene música en sí mismo, ni se mueve con la concordia de dulces sonidos, es apto para traiciones, estratagemas y despojos”.
La mirada de Kandinsky, es también una revisión al arte abstracto que hasta hace poco tiempo estaba silenciada a la pionera en este tipo de manifestación, me refiero a Hilma af Klint, artista sueca que perteneció a la primera generación de mujeres europeas que se formó académicamente en arte y fue a su vez, la primera artista que da la espalda a la representación figurativa, construyendo un relato visual cargado de riqueza cromática y que fue más allá de construir una nueva mirada en el arte, Hilma af Klint presentó una nueva forma de modelar de esta forma lo visible. Curioso es, que la primera vez que se conoce públicamente la obra de esta artista sea en la exposición denominada “Lo espiritual en el arte, pintura abstracta 1890-1985” realizada en el año 1986 por Maurice Tuchman en Los Ángeles, Estados Unidos de Norteamérica.
El cuestionamiento propuesto por Kandinsky es también un cuestionamiento que impele a la ética por sobre la estética, por tanto, confiere un amplio espectro de tratativas más hacia la mediación que hacia el discurso artístico, curioso es que a más de 100 años de este libro, hoy por hoy, cobijados bajo un cuestionamiento sobre el arte propuesto por inteligencia artificial, o el arte y los nuevos medios, el concepto de mediación sea fundamental en toda propuesta artística, prácticamente sin mediación pareciera que no hay arte.
De lo espiritual en el arte, es un texto de fácil lectura, de rápido avance que cautiva, es un texto fundamental y hasta esta época ya un clásico, más aún en jóvenes que se forman en el área del arte y toda persona que posea esa curiosidad natural e insaciable respecto a la mirada de un artista y teórico en la historia pictórica mundial.