La energía solar fotovoltaica ha ido creciendo en popularidad para la generación de energía limpia y renovable, en línea con los desafíos y compromisos en materia de cambio climático. Los paneles solares fotovoltaicos a escala doméstica son particularmente atractivos en países con alta radiación solar y alto costo de la energía eléctrica, como Chile, lo que ha impulsado el aumento significativo en la instalación de paneles solares en viviendas. Las principales motivaciones son reducir los costos de energía a largo plazo, al mismo tiempo que se promueve la energía renovable y se reduce la dependencia de combustibles fósiles.
Uno de los principales obstáculos es el costo inicial de la instalación que, si bien ha disminuido en los últimos años con paneles cada vez más eficientes y asequibles, sigue siendo una inversión importante para muchos hogares. Es aquí donde la política pública puede contribuir con opciones de financiamiento para ayudar a los hogares a superar la inversión inicial.
En Chile, destaca el programa “Casa Solar” del Ministerio de Energía ejecutado por la Agencia de Sostenibilidad Energética que desde el año 2020 busca entregar subsidios para cubrir parte del costo total de la instalación de paneles solares fotovoltaicos conectados a la red, mediante la adquisición de sistemas a menores precios, gracias a la compra agregada. Se apoya en el reglamento de generación distribuida para autoconsumo Net-Billing que permite inyectar excedentes de energía a la red. El programa, que contempla un cofinanciamiento estatal variable y está dirigido a hogares de ingreso medio y bajo, ha tenido un gran interés en la ciudadanía. Si bien su ejecución ha sido lenta, se espera que miles de viviendas adopten la energía solar dentro de este año.
Este tipo de política pública orientada al subsidio a la inversión en energía limpia destaca positivamente en comparación con subsidios al consumo en combustibles fósiles, común en muchos países del mundo. Un estudio de la OCDE informa que a nivel mundial el apoyo estatal a combustibles fósiles se duplicó el año 2021, lo que resulta urgente de atender.
Lo interesante de las viviendas solares es que permiten que la energía eléctrica se genere no sólo en grandes centrales que requieren de sistemas de transporte y distribución, sino justamente donde reside el consumidor. Esto impone desafíos al momento de pensar la forma urbana en virtud del potencial solar, de acuerdo a los avances tecnológicos.
Las actuales tecnologías de paneles solares se instalan en las techumbres, por lo que el potencial solar de viviendas unifamiliares es mucho mayor al de edificios en altura para satisfacer la demanda de sus ocupantes, debido a la mayor superficie de techumbre en relación a la superficie de la edificación y, por tanto, al número de ocupantes que puede albergar. Pero no solo la densidad resulta relevante de considerar, sino también las sombras arrojadas entre edificaciones de acuerdo a la trayectoria solar; la forma y orientación de las techumbres; o el tipo de arbolado urbano. La mayor demanda en zonas de alta densidad se puede abordar a través de estrategias de planificación urbana que permitan contar con áreas de generación solar distribuida.
Futuras tecnologías fotovoltaicas permitirían utilizar vidrios u otros elementos de las fachadas para la generación de energía, diversificando las opciones de formas urbanas con potencial solar. Iremos observando cómo la materialidad de la envolvente de las viviendas se irá transformando progresivamente en materialidades activas, generadoras de energía.
Resulta alentador observar cómo iniciativas públicas y privadas que apuntan a avanzar en más viviendas solares tienen una importante aceptación de la ciudadanía. No hay más camino; el futuro es solar.