Cabe señalar que el equipo es integrado además por los trabajadores sociales Carolina Chandía Hidalgo y Rubén Villalobos, Constanza Pino en su labor de periodista, Hernán Rodríguez como encargado del área de cultura de la Ilustre Municipalidad de Coihueco. Así también lo integran Ángel Martínez, pianista/compositor, con el grado de magíster en musicología y etnomusicología de la Universidad Nacional de las Artes de Argentina y el intérprete superior en guitarra clásica Ariel Ponce, todos también pertenecientes a la entidad edilicia.
El presente proyecto, pretende declarar a la Estación de Talquipen como Monumento Nacional, dando un nuevo uso para un centro de desarrollo comunitario en beneficio de la comunidad de Coihueco. El inmueble es un edificio construido en 1911 por Luis Rodergue Cross, ingeniero francés, a quien le correspondió la construcción de las bodegas, casas de camineros, puentes y estaciones ferroviarias, siendo la única existente en su tipología de las que formaron parte del Ramal Chillán – Coihueco.
A juicio de Joan Molina, existe un desconocimiento sobre el valor cultural del presente patrimonio, así como su valor histórico. Asegura que el edificio es una especie de bastión, que aloja un símbolo para la sociedad actual, específicamente para los habitantes de la localidad de Talquipen. Considera indispensable acercar a la comunidad Coihuecana por medio de la educación al valor histórico como recurso para generar identidad. Desde su construcción en el año 1911, el edificio sirvió de estación ferroviaria, a finales de la década del cincuenta, como vivienda a los sin casa, y por más de una década como escuela básica.
En el presente se le nombra como escuela y estación, aunque se encuentra en un estado de abandono. Por ende, según Joan Molina, el componente difusión, divulgación y educación se consideran primordiales con el fin de dar a conocer los valores tangibles e intangibles del bien común. relevancia de realizar un estudio, dado el estado de conservación de los vestigios, así como la disponibilidad de los antiguos habitantes de ser entrevistados. Con la construcción de una nueva escuela básica el recinto se fragmentó a la mitad, luego el cerco se fue desplazando hasta una línea de álamos inmediatos a la estación. El desmantelamiento de la Bodega perjudicó la lectura a golpe de vista que lo que se estaba presenciando era un patio de maniobras, aseguró.
Respecto de los aspectos formales arquitectónicos, asegura que la integración está dada por el crecimiento por adición del inmueble, una vez se destinó a servir de establecimiento educacional. Destaca las ampliaciones hacía sus costados, emulando un lenguaje similar en expresión arquitectónica y unificando así de un color institucional (celeste escuela rural). La antigua estación como tal cuenta con un equipamiento que, aunque en deterioro posee el edificio; pavimentos y aéreas que sugieren la actividad que allí se dio, y sobre todo en general el espacio circundante se promueve como reminiscente, atractivo y potencialmente como un bien común. Finalmente, Joan Molina expresó que más allá de ruinas, permanecen en su lugar coexistiendo pacíficamente con una cancha de perros galgos, troyas, picaderos efímeros y equipamientos. Un lugar que se vive y reconoce como perteneciente a todos/as.
A continuación compartimos una galería fotográfica de la Estación Ferroviaria de Talquipen del Ramal Chillán – Coihueco en el marco del proyecto “Identificación, caracterización, relevamiento y puesta en valor de la Estación Ferroviaria de Talquipen del Ramal Chillán – Coihueco”. Fotografías del arquitecto Joan Molina Acuña.