Los desafíos del cambio climático han motivado la creación de edificios inteligentes con fines de sustentabilidad, salud y bienestar de sus ocupantes. Utilizando tecnologías innovadoras, ahorran energía y agua, controlan la calidad del ambiente interior y se adaptan a los cambios de las organizaciones. Sin embargo, en muchos casos la “inteligencia” de estos edificios limita las posibilidades que tienen los ocupantes de controlar las condiciones ambientales de sus espacios de trabajo para adaptarlas a sus gustos y necesidades. Un ejemplo de ello son los edificios sellados, es decir, aquellos que no poseen ventanas operables que permitan la ventilación natural. El objetivo es impedir que los ocupantes afecten el control del ambiente interior al permitir el ingreso de aire muy frío o muy caliente del exterior, derivando en un excesivo consumo energético. En sectores con alta contaminación atmosférica, la ventilación natural además permitiría el ingreso de aire contaminado desde el exterior. Por lo tanto, al eliminar las opciones de abrir ventanas el acondicionamiento térmico y la ventilación de los espacios queda totalmente supeditado a los sistemas HVAC. Si hay fallas en el sistema o cortes prolongados de energía los edificios no se pueden habitar, lo que pone en duda su resiliencia.
Investigaciones realizadas en edificios de oficinas en Chile indican que los ocupantes están más satisfechos y confortables en edificios que permiten la ventilación natural a través de la apertura de ventanas que en aquellos edificios cuyas ventanas no se pueden abrir. Estos resultados se alinean con estudios internacionales que indican que el confort está también asociado a las posibilidades de controlar el ambiente interior: abrir ventanas, cerrar cortinas, modificar el termostato, etc. En climas templados siempre hay periodos del año o momentos del día en que es posible ventilar y refrescar a través de la apertura de ventanas. Es una estrategia común en edificios en el centro-sur de Chile, pero cada vez más escasa en los nuevos edificios de oficinas en Santiago, donde investigaciones realizadas en base a metodología de simulación térmica han indicado que la ventilación nocturna tiene un gran potencial para reducir la demanda de enfriamiento. Al diseñar para la ventilación natural podemos relevar el rol de la arquitectura a través de elementos tan tradicionales como una ventana que se abra y permita el ingreso de aire fresco, y conecte a las personas con la naturaleza.