Frontis de la Sede Nacional del Colegio de Arquitectos en Santiago. Fotografía de Claudio Arce Ayub, académico de la Farcodi y presidente del Colegio de Arquitectos, delegación Concepción.
El arquitecto Claudio Arce Ayub, académico del Departamento de Diseño y Teoría de la Arquitectura de nuestra facultad y presidente del Colegio de Arquitectos, delegación Concepción, nos presenta la siguiente columna titulada:El Derecho a la Ciudad (La Ciudad Sana). Publicada en diario El Sur, edición domingo 29 de mayo. 
Primera Escena: Año 2016. Detenido en un semáforo, observo cómo instalan un cerco eléctrico sobre la reja de un edificio. Me entristece. Espero sea reversible. Segunda Escena: Año 2019. Presentamos la Trienal del Sur del Mundo buscando una Ciudad Humana, ambientalmente consiente, sana, integrada, bella y limpia. La violencia casi no era tema. Tercera Escena: Mismo año 2019. Nos encargan recuperar una casa de los años 50 para oficinas. Proponemos conservar sus clásicas líneas, protegiéndola con una fachada de cristal iluminada, como aporte urbano.Año 2020: Nos solicitan ralentizar el proyecto, y cambiar la fachada de cristal por una estructura de protección antivandálica. La ciudad había cambiado. 
Año 2021: La empresa abandona la idea y migra desde el centro hacia áreas más seguras. La ciudad pierde una recuperación arquitectónica y urbana. Cuarta escena: Año 2022. Mismo trayecto del 2016, mismo edificio, al cerco le agregaron una concertina de alambre circular con pequeñas cuchillas. Casi una trinchera de guerra. Quinta Escena: Mayo 13, 2022. Reunión en Santiago en la sede del Colegio de Arquitectos de Chile. Una espléndida obra de Luciano Kulczewski en la Alameda, con su fachada absolutamente alterada casi irreconocible bajo las capas de grafitis. En contraste, su interior se conserva impecable y cuidado, reflejando los mundos paralelos que conviven en el mismo edificio. La ley de la calle afuera, los códigos ciudadanos adentro.  
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Luis Fernández Galiano sentencia: “Ni selva ni salón: la ciudad se rige por la ley de la calle. Esa norma desflecada y abrasiva gobierna los espacios físicos y sociales de la convivencia, reuniendo un difícil equilibrio entre seguridad y libertad”. Estamos siendo pasajeros del angustiante tránsito hacia la no ciudad, esa de los construcciones degradados, vandalizados y encarcelados detrás de rejas y planchas, la ciudad de los edificios sin vida. Testigos del terrible legado que quedará del tranquilo país que fuimos, y de la inacción del Estado frente a minorías que se han ganado la calle con intimidación y destrucción de la ciudad como un todo.   “Las ciudades donde vivimos, sus calles, edificios y servicios públicos se vinculan directamente con nuestra salud. Su deterioro junto a otros factores de descomposición urbana “nos afectan física y psicológicamente”. Mey Zamora, en la Vanguardia de España.
Las tomas violentas, la apropiación y la privatización del espacio público es otra forma de incautación, aceleran y profundizan la segregación y la mala calidad de vida. Perturbando la convivencia interna y excluyendo a muchos, como a los niños, adultos mayores y a los más débiles de lo que debería ser el verdadero “Derecho a la Ciudad”. Entonces, ¿cómo pretendemos tener un país sano, si la ciudad es el claro reflejo de lo contrario? Este exponencial crecimiento de la violencia reclama urgencia para emprender la recuperación la convivencia cívica, en una ciudad amable y socialmente integrada, como se lee en el programa del actual gobierno. Perseguir todas las acciones disruptivas, acoger a las verdaderas víctimas y excluir las ambigüedades discursivas. Comenzando así a reconstruir una sociedad pacífica, menos segregada, sostenible, sana y atractiva de vivir. Donde resida esa antigua frase; “El aire de la ciudad, te hace libre”.
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