Plaza Independencia de Concepción. Fotografía de la arquitecta Paula Brito Figueroa.
La arquitecta Paula Brito Figueroa, exalumna de la Escuela de Arquitectura de nuestra facultad e integrante del Colegio de Arquitectos Delegación Concepciónnos presenta la columna titulada: Una Plaza reconstruida, pero desde la memoria colectiva. Publicada en Diario El Sur el domingo 22 de mayo. 

Japón tiene una tradición milenaria en la que los objetos rotos son reparados con oro y plata. Las cicatrices forman parte de la historia del objeto y representan un momento único en su vida, luego, son motivo de orgullo. Se trata de una estética basada en la imperfección llamada Kintsugi o arte de admirar la belleza de las cicatrices, sumando valor al proceso de reparación en la historia del objeto. En Concepción, la Plaza de la Independencia (1752) ha sido un espacio público de encuentro y desde su naturaleza fundacional: democrático. Actualmente, se encuentra cerrado por remodelación en todo su perímetro, como resultado de los daños sufridos a raíz del estallido social. Los trabajos comenzaron en enero y tendrán una duración de 180 días.

Las movilizaciones sociales de 2019 se propagaron desde Santiago a numerosas regiones. La Plaza de la Independencia en la cuidad de Concepción fue uno de los lugares donde se desarrollaron parte de las manifestaciones. La primera semana de protestas, la Plaza recibió a más de 35 mil personas que se sumaban a las demandas nacionales. Día a día se hacían presentes en el centro de la cuidad mujeres y hombres de todas las edades con anhelos de un profundo cambio motivados, principalmente, por el descontento con el modelo socioeconómico neoliberal, la desigualdad social-económica, el alto costo de la vida y los abusos de poder en los casos de corrupción. En el mes de noviembre del mismo año, hubo dos hechos que cambiaron el paisaje del centro y la Plaza, el incendio de la Gobernación y el derribo de la estatua de Pedro de Valdivia. Éste último hecho no fue aislado, a lo largo de Chile numerosos monumentos de referentes coloniales fueron también derribados. Lo anterior en respuesta a la necesidad de resignificación de las memorias y como producto de una aguda crítica al sistema de representación del patrimonio, donde se cuestiona la obsolescencia de valores o bien un cuestionamiento a través de la conciencia ciudadana (2).

Una Nueva Constitución para Chile, fue parte de los objetivos que logró concretar este movimiento social, y si bien aún está en desarrollo, ha evidenciado anhelos de participación en la toma de decisiones, porque si hay algo que el estallido social demostró, es que la ciudadanía quiere ser parte activa de las soluciones.

Se esperaba que la Plaza de la Independencia fuese restaurada, y así volver a ser un espacio democrático, seguro y funcional, pero nuevamente la falta de consulta y participación ciudadana demuestra lo contrario. Interrogantes tales cómo ¿si la nueva Plaza esbozará alguna resignificación en diálogo con la ciudadanía? ¿promoverá un clima de aprendizaje con y desde la memoria? o por el contrario ¿desconocerá todo lo ocurrido en el 2019? Preocupa qué pasará con este espacio representado y apropiado por quienes lo habitan y reflejan, donde el descontento generalizado y existente por décadas no debería ser borrado en una acción de: aquí no pasó nada. Por otra parte, los verbos dialogar, escuchar y participar son como el oro y la plata del Kitsugi y no deben ser olvidados en los procesos donde se toman decisiones.

  1. Les Cadres Sociaux de la Mémoire, Maurice Halbwachs.
  2. Revistas UBB. Nuevos Paradigmas, ¿Nueva Arquitectura?, Mario Ferrada Aguilar.

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